Dayca
Querida Dayca
Como si lo supiera…
mi queridísima Dayca… mi amiga… se subió a mi regazo y se acurrucó rígidamente contra mí. Presionó su cabeza con fuerza contra mi pecho, y me pareció que intentaba abrazarme con su pata… como una persona, suspiró muy profundamente…
Tomamos una foto de ese momento porque nos pareció tan dulce.
Pocos días después de este gesto tan tierno, nos dijeron que tenía un tumor en el hígado, incurable y no operable.
Mi querida, querida Dayca… pronto tendré que despedirme de ti.
Mi corazón grita…
Quiero darte las gracias por este increíble ser que fuiste, por esta maravillosa perrita que me regalaste.
Un amor profundo… y tengo la sensación de que ella sentía lo mismo…
Un momento tan valioso, tan hermoso… capturado en una imagen… que durará toda la vida.

… el duelo es algo que solo uno mismo puede procesar.
Lo que no se puede hacer —pero tú ya lo has hecho— es no dar por sentada mi tristeza.
Mucha gente no lo entiende… “solo es un perro” o… “¿cuándo te vas a coger otro?” es lo que suelen pensar.
El hecho de que tú hayas “entregado” una Dayca tan increíblemente dulce… ahí es donde debes encontrar tu orgullo.
Dios mío, la cantidad de amor y felicidad que encontré en ella…
Mi orgullosa, fuerte, jamás rendida, hermosa, dulce, valiente, divertida, cariñosa, silenciosa pero profunda, toda su vida tumbada en mi regazo, amante del sol, dormilona frente a la chimenea, adoradora de niños, enemiga de perros extraños, de ojos preciosos, pelo suave, juguetona, vigilante, dadora de consuelo… mi Dayca.
Ella es parte del legado de tu padre y, por supuesto, de tu madre.
Qué gran línea de sangre tienes… qué increíbles embajadores de la raza Amstaff son tus perros.
Estamos bendecidos por haber tenido a Dayca… Y eso es gracias a TI.
Qué grandioso puede ser eso… como criador de una raza específica.